miércoles, 30 de diciembre de 2009

Fausto

El doctor Fausto es viejo; el doctor Fausto es nostálgico. Lo último es privilegio de lo primero: los anhelos de la juventud son del mañana, nunca del ayer. Porque lo que busca el doctor es lo que ha perdido, o cree haber perdido, en su juventud lejana.

Fausto quiere acceder a la posibilidad del conocimiento y a la posibilidad del amor, a aquello que su asistente Wagner llama "iluminación" y a lo que Fausto se aferra: "¡Bello instante, no te esfumes!", clama con palabras que le presta Goethe. Para tal iluminación, la ciencia humana le parece poca y busca ayuda en la magia. Entonces aparece, como es fama, Mefistófeles.
 

Mefistófeles se define como un fracasado: alguien que desea hacer el mal y que, a su pesar, hace el bien. Quiere ser absolutamente malvado pero Algo se interpone, y sus endemoniadas argucias y artimañas no dan el resultado previsto. Este es uno de los rasgos más curiosos del demonio: a nosotros, como a Fausto, nos parece que el mal triunfa casi siempre, y damos como prueba las grandes y pequeñas miserias de nuestra vida, los horrores e infamias de nuestra historia. Pero para el demonio (que debería saber de estas cosas) no es así. A pesar de todo el sufrimiento humano, parece que el bien, a la larga, triunfa.



 

 

 


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Malleus Maleficarum

Las Brujas
 
Entre los siglos XV y XVII tomó especial fuerza en Europa la denominada caza de brujas. La locura colectiva desencadenada causó la muerte de miles de víctimas inocentes, sobre todo en las zonas rurales, donde la ignorancia alimentaba todo tipo de supersticiones.

Esta caza de brujas que convulsionó a la Europa occidental pudo no revelar la existencia de demonios sobrenaturales, pero sí engendró una nueva especie de monstruos humanos: los cazadores de brujas, hombres de rectitud patológica dedicados a descubrir a las supuestas servidoras del diablo.

La obsesión con los demonios empezó a alcanzar un crescendo cuando, en su bula Summis Desiderantes de 1484, el papa Inocencio VIII declaró:

”Ha llegado a nuestros oídos que miembros de ambos sexos no evitan la relación con ángeles malos, íncubos y súcubos, y que, mediante sus brujerías, conjuros y hechizos sofocan, extinguen y echan a perder los alumbramientos de las mujeres.”

Posteriormente se organizaría de modo instruido la caza de brujas en toda Europa.
Las brujas eran acusadas de ser responsables de la peste negra, las epidemias, plagas, las sequias, o cualquier otra desventura; de tener poder, además, de causar desgracias a personas concretas a través de filtros o pócimas, invocaciones, provocando con su poder mágico la muerte; se consideraba que se podían transformar en animales, realizar vuelos nocturnos, hacerse invisibles, acceder a cualquier lugar por lejano y seguro que fuera. Para realizar sus atrocidades se reunían, generalmente por la noche, en aquelarres, reuniones orgiásticas en las que se daba rienda suelta a todo tipo de abominaciones y que tenían como invitado de honor al propio demonio, representado por un macho cabrío, con el que se suponía las brujas sostenían cópula carnal.
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Malleus Maleficarum "El Martillo de las Brujas" (1486)

El papa Inocencio VIII nombró a dos Inquisidores dominicos, Heinrich Kraemer y Johann Sprenger, para que escribieran un estudio completo utilizando toda la artillería académica de finales del siglo XV.

Ambos dominicos, con citas exhaustivas de las Escrituras y de eruditos antiguos y modernos, produjeron el libro Malleus Maleficarum, "Martillo de Brujas" en 1486, descrito con razón como uno de los documentos más aterradores de la historia humana, considerado el libro más funesto de la historia de la literatura, y que pasó a ser la biblia de los cazadores de brujas.

Fue manual utilizado por la Inquisición Medieval y de los jueces de lo criminal, y texto, por así decirlo, explicativo de las diferentes clases de brujas, con las características correspondientes a sus respectivas influencias. Una enciclopedia sobre las brujas.


Para los autores del libro no había engaño demasiado tortuoso ni tormento excesivo con tal de obtener confesiones. Tampoco cabían el escepticismo ni la moderación, pues, como rezaba el lema del libro, «No creer en brujas es la mayor de las herejías»


En el Malleus Maleficarum se presentan tres partes


I) Descripción de como cooperan el Diablo y sus brujas para perpetrar males en hombres y animales, tentarles con íncubos y súcubos, e inculcar el odio.


II) Descripción del pacto que las brujas hacen con Satán, ya que los humanos no tienen poder para hacer magia, y tal energía les es dada por el Maligno, de como las brujas renuncian al cristo, a su bautismo y dan su alma a Satán a cambio de sus poderes, acto considerado blasfemo y una traición a Dios. Estas evidencias fueron recopiladas básicamente por los autores en sus interrogatorios como Inquisidores.

III) Describe los procesos legales para los juicios por brujería, incluye las reglas para tomar testimonios, la admisión de pruebas, métodos de tortura y pautas para la condena.


Lo que el Malleus Maleficarum venia a decir, prácticamente, era que:


1) Si a una mujer la acusan de brujería, es que es bruja.


2) La tortura es un medio infalible para demostrar la validez de la acusación.


3) El acusado no tiene derechos. No tiene oportunidad de enfrentarse a los acusadores. Se presta poca atención a la posibilidad de que las acusaciones puedan hacerse con propósitos impíos: celos, por ejemplo, o venganza, o la avaricia de los Inquisidores que rutinariamente confiscaban las propiedades de los acusados para su propio uso y disfrute.

Como manual técnico para torturadores;

- Incluye métodos de castigo diseñados para liberar los demonios del cuerpo de la víctima antes de que el proceso la mate.

- Ideó un refinado sistema de preguntas desconcertantes y dio instrucciones a los futuros inquisidores y jueces sobre cómo deberían insinuarse en la confianza del acusado y prometerle clemencia, para llevarlo más fácilmente a una confesión. En su obra enseñaba la manera de confundir a las víctimas en interrogatorios contradictorios y llevarlas de esta suerte a manifestaciones imprudentes, de las que fácilmente podrían salir nuevas inculpaciones de otras brujas.

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La caza de brujas en Europa

Con el Malleus Maleficarum en mano, con la garantía del aliento del Papa, empezaron a surgir Inquisidores contra brujas por toda Europa.


Cuando el pueblo y los eruditos se convencieron de que todos los males eran provocados por las brujas al servicio del demonio, ya nadie podía estar a salvo.


Para iniciar el proceso en contra de una mujer acusada de bruja, bastaba el testimonio de un vecino vengativo, de un niño enojado o de un pariente rencoroso.


Cualquiera era sospechoso. De nada servía tener una reputación intachable, porque según los Inquisidores, “las brujas siempre querían que se pensara bien de ellas”.


Después de un rumor, los Inquisidores investigaban y presentaban la acusación de brujería. Si además del rumor había otras señales de culpa, como tener animales domésticos -que presuntamente no eran tales, sino demonios familiares que el diablo le había dado a la bruja para ayudarla en su quehacer malvado-, o si la mujer tenía en el cuerpo un lunar, quiste o cicatriz, había que proceder con energía y condenarla.

Una vez acusada, a la bruja no le quedaban posibilidades de sobrevivir. Los jueces la sometían a tormento e interrogatorios, hasta que “confesaba” todo lo que ellos querían oír: que había hecho pacto con el diablo, que había tenido relaciones sexuales con él, que había provocado tempestades, sequías, enfermedades y muertes.


Rápidamente se convirtió en un provechoso fraude. Todos los costes de la investigación, juicio y ejecución recaían sobre los acusados o sus familias; hasta las dietas de los detectives contratados para espiar a la bruja potencial, el vino para los centinelas, los banquetes para los jueces, los gastos de viaje de un mensajero enviado a buscar a un torturador más experimentado a otra ciudad, y los haces de leña, el alquitrán y la cuerda del verdugo. Además, cada miembro del tribunal tenía una gratificación por bruja quemada. El resto de las propiedades de la bruja condenada, si las había, se dividían entre la Iglesia y el Estado. A medida que se institucionalizaban estos asesinatos y robos masivos y se sancionaban legal y moralmente, iba surgiendo una inmensa burocracia para servirla y la atención se fue ampliando desde las brujas y viejas pobres hasta la clase media y acaudalada de ambos sexos.

Cuantas más confesiones de brujería se conseguían bajo tortura, más difícil era sostener que todo el asunto era pura fantasía. Como a cada "bruja" se la obligaba a implicar a algunas más, los números crecían exponencialmente. Así se explica que en Europa se mató a legiones de mujeres en la hoguera o en la horca (en Inglaterra y en las colonias inglesas americanas, se ahorcaba a las brujas en lugar de quemarlas en hoguera como se hacía en el resto de Europa).

En Gran Bretaña se contrató a buscadores de brujas, también llamados "punzadores", que recibían una buena gratificación por cada mujer que entregaban para su ejecución. No tenían ningún aliciente para ser cautos en sus acusaciones. Solían buscar "marcas del diablo" -cicatrices, manchas de nacimiento o nevi- que, al pincharlas con una aguja, no producían dolor ni sangraban. Una simple inclinación de la mano solía producir la impresión de que la aguja penetraba profundamente en la carne de la bruja. Cuando no había marcas visibles, bastaba con las "marcas invisibles". En las galeras, un punzador de mediados del siglo XVII confesó que “había causado la muerte de más de doscientas veinte mujeres en Inglaterra y Escocia por el beneficio de veinte chelines la pieza".

En los juicios de brujas no se admitían pruebas atenuantes o testigos de la defensa. En todo caso, era casi imposible para las brujas acusadas presentar buenas coartadas; las normas de las pruebas tenían un carácter especial. Por ejemplo, en más de un caso el marido atestiguó que su esposa estaba durmiendo en sus brazos en el preciso instante en que la acusaban de estar retozando con el diablo en un aquelarre de brujas; pero el arzobispo, pacientemente, explicó que un demonio había ocupado el lugar de la esposa. Los maridos no debían pensar que sus poderes de percepción podían exceder los poderes de engaño de Satanás. Las mujeres jóvenes y bellas eran enviadas forzosamente a la hoguera.

Los elementos eróticos y misóginos eran fuertes como puede esperarse de una sociedad reprimida sexualmente, dominada por varones, con inquisidores procedentes de la clase de los curas, nominalmente célibes.

- Aproximadamente el 85% de los acusados de la brujería fueron mujeres,

- La actividad sexual ocupaba un lugar privilegiado en los delitos que se les imputaban. En los juicios se prestaba atención minuciosa a la calidad y cantidad de los orgasmos en las supuestas copulaciones de las acusadas con demonios o el diablo y a la naturaleza del "miembro" del diablo (frío, según todos los informes). Según los inquisidores, el método del diablo para reclutar adeptos era la seducción, y las orgías y los aquelarres periódicos eran la recompensa para sus fieles servidores. Los jueces sentían una curiosidad insaciable por los detalles de esas relaciones sexuales, y su diligencia en forzar los interrogatorios se veía recompensada con todo tipo de sucias fantasías, lo que demuestra que el celo puesto en perseguir a las brujas tenia motivos bastante carnales.

- Las mujeres que fueron acusadas de practicar la brujería eran por lo general jóvenes y muy atractivas, todo lo contrario de la imagen estereotipada de una bruja.- Las "marcas del diablo" se encontraban "generalmente en los pechos o partes íntimas", según el libro de 1700 de Ludovico Sinistrani. Como resultado, los inquisidores, exclusivamente varones, afeitaban el vello púbico de las acusadas y les inspeccionaban cuidadosamente los genitales. En la inmolación de la joven Juana de Arco a los veinte años, tras habérsele incendiado el vestido, el verdugo de Ruán apagó las llamas para que los espectadores pudieran ver "todos los secretos que puede o debe haber en una mujer".





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martes, 29 de diciembre de 2009

Mechanical Moth » Fallen into you


MechmothArtista:  Mechanical Moth

Disco: Fallen Into You

Género: Gothic - Electro Dark - Industrial

País: Alemania

Año: 2004


Tracklist:

1. Dead roses
2. Revive
3. Personal oblivion
4. Prophecy of the moth
5. Gateway
6. Answers
7. Herz aus stein
8. Hope (a dead lie)
9. Fallen into you
10. About the dead
11. The devil inside
12. The unseen
13. Dead end



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Theatre of Tragedy » A Rose for the Dead

arosefortherose 

Disco: A Rose for the Dead (MCD)

Año: 1997

Género: Gothic Metal

Voz: Liv Kristine Espenæs Krull

Voz: Raymond István Rohonyi

País: Noruega

Peso: 44 MB

 


Tracklist:

1. A Rose for the Dead
2. Der Spiegel
3. As the Shadows Dance
4. And When He Falleth (Remix)
5. Black As the Devil Painteth (Remix)
6. Decades (Joy Division Cover)



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domingo, 20 de diciembre de 2009

El Cuervo


Pocas veces las palabras pueden calar tan profundamente dentro de uno como lo hace este magistral poema de Edgar A. Poe


The-Raven-53253 


El Cuervo

(Edgar A. Poe 1809-1849)


Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
horrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, horrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: “Nunca más.”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!

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jueves, 17 de diciembre de 2009

Otto Dix » City

Otto Dix es una banda rusa formada en el verano del 2004 como un dueto, Slip, compositor y tecladista y Draw, cantante. Su primer concierto se llevó a cabo en la ciudad rusa de Khabarovsk y en el 2006 se movieron a San Petesburgo. Todas sus canciones son escritas en ruso
Entre sus influencias mencionan a Das Ich, Deine Lakaien, Rammstein, Jean Michael Jarre, así como algunas bandas rusas. (nota: Otto Dix es el nombre de un pintor que vivió durante el holocausto).

 

Con esta breve reseña les dejo el video del tema Antichrist para que los conozcan un poco, y el disco City ;)

 

 

 

 

 

OttoDix

 

 

Banda: Otto Dix

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Disco: City

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País: Rusia

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Año: 2006

 


Tracklist:


01. Antichrist

02. City

03. Dead God
04. Galathea

05. Land

06. Birds

07. White Ashes

08. Dust

09. Semantics

10. Split Mind

11. Old Age

 

 

 

 

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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Alraune

Mi más sentido pésame, jamás debiste haber ingresado a este sitio olvidado y maldito.

Pero ahora es tarde, y mientras tu energía vital comienza a abandonarte lentamente, dejo algo que distraiga tu vista de las heridas que te desangran..



Es un libro que leí tiempo atrás, se llama Alraune (mandrágora en alemán), escrita por Hanns Heinz Ewers. Pero primero, a modo de reseña les cuento la leyenda medieval que da origen a la historia de Alraune. La mandrágora es una raíz que crece a los pies de los árboles, y que tiene forma humanoide por lo que habitualmente era considerada como un ser cuasi humano; llamado también por algunos Homúnculo. Durante la Edad Media era utilizada por las brujas para sus rituales y pócimas; no es de extrañar si notamos que la mandrágora contiene alcaloides en su composición química. =P Según la leyenda la mandrágora surgía de las gotas de eyaculación que llegaban al suelo como producto de los últimos espasmos y contracciones de los condenados a la Horca al momento de entregar su humanidad a los caprichos de la soga.

Las brujas también la utilizaban como producto para estimular la fertilidad, pero se creía que la descendencia que producía carecía de sentimientos y de alma.

La novela de Ewers, se aparta del mito, concentrándose en las cuestiones de la inseminación artificial y la individualidad. El profesor Jakob ten Brinken, un científico interesado en las leyes de la herencia, insemina a una prostituta en un laboratorio con el semen de un asesino ahorcado. La prostituta concibe una niña que no tiene ningún concepto del amor, la quien luego sera adoptada por el profesor. La niña de nombre Alraune, sufre de una sexualidad y relaciones perversas y obsesivas durante toda su vida. Una ves que se entera de su origen no natural, ella busca vengarse del profesor, y el resto se los dejo a su lectura. =)

No pude encontrar ningún PDF disponible, si lo consigo lo posteo.



Saludos!

martes, 15 de diciembre de 2009

Frases sobre la muerte

A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa.

Edgar Allan Poe (1809-1849) Escritor estadounidense.
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La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.

François Mauriac (1905-1970) Escritor francés.
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Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte.

Leonardo Da Vinci (1452-1519) Pintor, escultor e inventor italiano.
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No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre.

Stefan Zweig (1881-1942) Escritor austriaco.
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Sin no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?

Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.
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Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo.

Platón (427 AC-347 AC) Filósofo griego.
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La muerte sólo tiene importancia en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida.

André Malraux (1901-1976) Novelista y político francés.
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Si la muerte no fuera el preludio a otra vida, la vida presente sería una burla cruel.

Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.
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La muerte para los jóvenes es naufragio y para los viejos es llegar a puerto.

Baltasar Gracián (1601-1658) Escritor español.
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Cuando eres consciente de la muerte, acabas asumiendo tu propia soledad.

Rosa Regàs (1933-?) Escritora española.
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La muerte puede consistir en ir perdiendo la costumbre de vivir.

César González-Ruano (1903-1965) Escritor, periodista y poeta español.
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La muerte no llega más que una vez, pero se hace sentir en todos los momentos de la vida.

Jean de la Bruyere (1645-1696) Escritor francés.
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Es más cruel temer a la muerte que
morir.

Publio Siro (Siglo I AC) Poeta dramático romano.
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Nuestra naturaleza está en movimiento. El reposo absoluto es la muerte.

Blaise Pascal (1623-1662) Científico, filósofo y escritor francés.
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El hombre que no percibe el drama de su propio fin no está en la normalidad sino en la patología, y tendría que tenderse en la camilla y dejarse curar.

Carl Gustav Jung (1875-1961) Psicólogo y psiquiatra suizo 
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La fuente de todas las miserias para el hombre no es la muerte, sino el miedo a la muerte.

Epicteto de Frigia (50-135) Filósofo grecolatino 
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La muerte es dulce; pero su antesala, cruel.

Camilo José Cela (1916-2002) Escritor español.
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La pálida muerte lo mismo llama a las cabañas de los humildes que a las torres de los reyes.

Quinto Horacio Flaco (65 AC-8 AC) Poeta latino.
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La muerte es cobarde para los que no la huyen y animosa para los que la temen.

Lope de Vega (1562-1635) Poeta, novelista y dramaturgo español.
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La muerte es el menor de todos los males.

Sir Francis Bacon (1561-1626) Filósofo y estadista británico
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Después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida.

Mario Benedetti (1920-2009) Escritor y poeta uruguayo.